Seguro que la has cantado alguna vez en tu vida. Has gritado. Has hecho una especie de coreografía escenificando cada estrofa. Viviéndola al máximo. Sí. Yo también.
A quién le importa lo que yo haga.
A quién le importa lo que yo diga.
Es una canción sobrevalorada. Porque quizá no, a nadie deba importar lo que hagamos, o lo que digamos, pero en realidad sí, sí le importa a la gente que nos importa, a la gente que nos acompaña en lo que hacemos. Y debería importarnos que les importe. Es una especie de hago lo que quiero porque soy así y a los demás que les den. Tampoco es eso. Viva el punto medio. Hacer libremente, pero pensando [unpoco] en los demás. En los demás que queremos, claro. Es como esa gente que entra a Gran Hermano predicando que son muy sinceros, que ellos lo dicen todo a la cara. Que no se callan nada. Como si eso fuera una virtud. Como si eso fuera una excusa para decir las cosas sin educación. O para gritar. O para insultar. Porque ellos son así. Y con eso todo vale.
Porque ya lo dice la canción.
Yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.
Y aquí viene parte de razón, y parte de mentira. No cambiamos. Llegados a cierto punto ya no. Y hay cosas que siempre permanecen intactas.
El otro día recuperé unos textos escritos por mí hace unos 10 años. Y me di cuenta de que siempre he admirado a la gente valiente, a la gente que es de verdad, a la gente que es coherente. Y yo he cambiado, vaya si he cambiado. Soy más llorona, más piel, más sensible, más fuerte y más soñadora. Soy más valiente, intento ser más coherente y he dejado de ser pesimista. Soy más real. Soy actitud.
La parte de mentira es que sí cambiamos. Evolucionamos. Lo positivo lo potenciamos, y lo negativo lo potenciamos, hacia el lado contrario, también. Porque la gente maleducada, la gente mala, la gente borde, la gente idiota, esa cambia. Se vuelve más de todo eso. Aunque quiero creer que haya excepciones.
La más verdad de todas en la canción es que si la gente habla a nuestras espaldas es verdad que nos tiene que importar un bledo. Siempre será mejor centrar nuestra energía en la gente que nos importa, y a la que importamos, que desgastarnos con la gente que no nos importa, y a la que no importamos.
Como decía mi abuela algún día os hablaré de ella
ver oír y callar
Ver, oír y callar, sabio consejo 🙂
Era sabia, mi yaya… Lo vamos a hacer genial 🙂