Recogió todos los lunares que le había arrancado a suspiros. Cerró la puerta y se los pegó con la sal de sus ojos. Uno se quedó al otro lado para siempre.
Recogió todos los lunares que le había arrancado a suspiros. Cerró la puerta y se los pegó con la sal de sus ojos. Uno se quedó al otro lado para siempre.