Deberías darte permiso.
Si tienes ganas de llorar, llora.
Si te apetece saltar, salta. Si sólo quieres escuchar reggeaton, sube el volumen y canta.
Date permiso para aprender de cada sensación que tengas, date permiso para no hablar si el día se ha levantado gris. Date permiso para tener un día gris.
Deberías darte permiso para callar, para pensar, para llorar mientras te duchas. Permiso para no tener ganas. Para no estar.
Date permiso para cambiar de opinión. Para rabiar.
Llora si tienes ganas de llorar. Date permiso para soltar.
Pero haz que, después, vuelva a salir el sol. Todos tenemos días en los que no apetece brillar. Lo importante es que sientas todo lo que pueden traerte y ofrecerte esos días, esos momentos, la nostalgia, lo aceptes, le des la bienvenida, aprendas, y lo dejes pasar para continuar sonriendo.
Date permiso para quedarte toda la tarde en el sofá, debajo de la manta, viendo una peli mala de las que hacen llorar sin motivo. Date permiso para estar contigo, para tu silencio, para que las horas de ese domingo pasen como a ti te apetezca.
Date permiso para amar como quieras amar, para querer a quien quieras querer, para dejar de querer a quien ya no quieras querer. Y, si quieres, odia. No te atormentes. Date permiso para equivocarte. Los sentimientos son únicos, tuyos, y nacen de dentro. Son reales. Sólo tú puedes diseñarlos, crearlos, aceptarlos y ver qué te pueden aportar. Decidir si se quedan o no. Sabes que no serán, algunos, los mejores compañeros. Lo sabrás. Y sabrás dejarlos ir, si quieres. Date permiso. Sólo tú decides cómo vivir tu vida. Recuerda que sólo tienes una.