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Amores sin estrenar

Te lo dijeron, y te lo dirán, miles de veces. Todas las veces. Estarás bien. Todo pasa. Te curarás. Nadie se muere por amor. Y tú, con la cara llena de sal y la tristeza pesando en tus pestañas, mirarás a esa persona que te sonríe, con compasión y ternura, y pensarás. Y tú qué sabrás. Yo sí, yo me muero. Me muero y nunca más viviré.

Lo que tú no sabías y aprendiste después es que estabas totalmente equivocado. Que tal vez algo de ti sí murió contigo ese día en el que te faltaba la respiración y el corazón latía triste, pero que otra parte consiguió renacer mucho más fuerte, más segura, algo desconfiada, pero mucho más valiente.

Porque no. Nadie se muere. Tú no te mueres. Pasarán los días, los que tú consideres, qué más da si son tres o si son 982, y entonces verás que sigues vivo, cada vez más vivo, y que pesa la desilusión pero pesan más las ganas de volver a ilusionarte. Que sonríes, otra vez, y piensas si quizá nunca deberías haberte olvidado esa sonrisa debajo del sofá, aunque también sabes que el duelo necesita su tiempo, tu tiempo, y que también necesitabas llorar.

Y todo consiste en cambiar la actitud. En pensar en todos los amores que te quedan por estrenar. En olvidar y perdonar. Relativizar. Regresar a ti y cuidarte. Que nadie te querrá más que tú. Y sonríe, todo el rato, que nadie dijo que fuese fácil, pero te prometo que te hará feliz.

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Motores y frenos

En definitiva, la vida son motores y frenos. Avanzar o parar. Parar, recular, seguir adelante. Lo que tengo y lo que quiero, lo que no quiero y lo que no poseo. Y así caminas.

Lo que tienes y no quieres tener, y aquello que no tienes, pero anhelas. Desechar y obtener. Esto es lo que te mueve. Tus miedos, un agobio inesperado, una noche de darle vueltas a la cabeza, el dolor de estómago, todo eso deseas alejarlo de ti. Más dinero para tus vacaciones, más tiempo para ti, más tiempo para dedicar a algunas personas, que desaparezcan esos molestos vecinos. Lo quieres obtener. Y es tu motor, lo que te hace luchar, lo que te ayuda a continuar.

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La felicidad

*La búsqueda de la felicidad no consiste en observar la vida con gafas de color rosa, o blindarse al dolor y las imperfecciones en el mundo. Tampoco es la felicidad un estado de exaltación que ha de perpetuarse a toda costa; es el expurgar las toxinas mentales como el odio y la obsesión que literalmente envenenan la mente*

[Matthieu Ricard, monje budista]

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Derechos asertivos (Manuel Smith)

Tengo derecho a…

– ser el único juez de mi comportamiento, pensamientos y emociones.

– no dar razones o excusas para justificar mi comportamiento.

– a decidir si asumo o no la responsabilidad de buscar soluciones para problemas de otros.

– a cambiar de opinión.

– a cometer errores y a ser responsable de ellos.

– a ser independiente de la buena voluntad ajena.

– a tomar decisiones ajenas a la lógica.

– a decir «no lo entiendo».

– a decir «no lo sé».

– a decir «no me importa».

derechosasertivos

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Querido Leo

Querido Leo,

Llegaste sin avisar, más zaragozano imposible. Verte a través del whatsapp recién despertada de la siesta fue una imagen que no olvido. No te esperaba ahí, tan bonito, diciendo hola a tus tías adoptivas y llenando de alegría a tus nuevos papis. Tus papis que comienzan una nueva aventura llenos de ilusión e imagino que algunos miedos, es normal, pero siempre han demostrado ser unos valientes. Van a ser unos padres muy molones.

Querido Leo,

Yo no sé muy bien cómo va esto de los bebés, pero sé que tengo muchas ganas de conocerte. Sé que vas a llevarte genial con Canela aunque al principio te mire un poco raro, pero seréis muy buenos amigos. Un día te presentaré a Cucaracha y te aburrirás con ella porque no hace cosas divertidas. También te enseñaré nuestra colección de clicks a ver si te gustan, porque las miniaturas de papi son demasiado pequeñas para ti…

Querido Leo,

Ya verás qué habitación tan molona ha preparado tu mami. Es una artista. Ya la conocerás. Te va a encantar. Es divertida, buena, imaginativa, muy trabajadora. Es imprescindible para mí. No te puedes imaginar lo que me he reído, y me río, con ella. Nos conocimos trabajando hace muchos, muchos años, y sé que siempre estará a mi lado porque siempre me ha cuidado muy bien. Cuando conoció a tu papi comenzaron una historia de amor que siempre he admirado. Fueron muy valientes. Y no fue fácil, créeme, pero cuando se ama de verdad, y se ama así de bonito, no pasa nada, nada malo, sólo amor. Y es que tu papi también es genial, eh, ya verás. Es organizado y perseverante, fiel y consecuente. También es una persona buena. Por eso, Leo, has llegado a una familia increíble en la que vas a ser muy feliz.

Querido Leo,

Estoy deseando verte. Verte crecer, verte jugar, verte reír. Bienvenido.

Tu tía adoptiva Isa.

Lámina de Sarai Llamas

Lámina de Sarai Llamas

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La felicidad de las primeras veces

Nos olvidamos demasiado pronto de aquello que sentimos en una primera vez. A veces, hasta ni nos damos cuenta de que lo está siendo, esa primera vez, y todo queda en un recuerdo, hasta puede que se diluya entre el resto. No lo hacemos especial.

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Si pudiera…

Si pudiera hablarte ahora te diría que salieras de tu escondite bajo las sábanas, en la oscuridad de tu habitación, y bajaras a reírte con tus compañeras de convivencia.

Te diría que no te preocuparas por eso que te atormenta, cuando te vas a dormir, porque no significa tanto como imaginas. Que nada es tanto.

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80’s

Ellas son sus ángeles. Llegaron para salvarla. Para salvarse. Para quedarse. Llegaron sin condiciones. Sin restricciones. Supieron quererse por encima de todo y de todos. Un amor verdadero. Porque el amor mueve el mundo y sus mundos giran concéntricos mientras se dan la mano a cada paso. Porque ellas solas son valientes, pero juntas son invencibles. Porque lo que sale de dentro fluye y fluye bonito. Porque llorar de risa juntas es lo mejor que saben hacer. Y abrazarse. Y sorprenderse. Y crear. Porque cuando algo es de verdad fluye y fluye bonito.

Ellas son sus ángeles. No dejan que se caiga, y si se cae se agachan a recogerla y le ayudan a levantarse. O se quedan un ratito en el suelo con ella, hasta que cogen fuerza las tres. Ella sabe que puede contarles todo, y regresar al silencio siempre que lo necesite. Porque ellas no juzgan.

Ellas son sus ángeles. Son pureza. Son hogar. Son alegría. Son ilusión. Son compañía. Son ganas de volver.

Ellas son verdad.

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Entre tener la razón y ser feliz, elijo ser feliz

Elijo confiar en el futuro, y perdonarme por el pasado.
Elijo soltar lastres, elijo dejar de juzgar, dejar de pensar si estoy siendo juzgado.
Elijo sentir.
Elijo sentarme en el sofá y rodearme de gominolas. Y terminar con todas ellas.
Elijo abrazar a quien yo quiera.
Elijo abrazarte a ti.
Elijo a mis amigos, elijo a la gente con la que quiero reír.
Elijo a quién doy mi amor incondicional.
Elijo a quien no necesito en mi vida. Quien no aporta, quien resta.
Elijo dar oportunidades a aquello que yo considere necesario. A quien yo reconozca que lo merece.
Elijo regalarme una mañana para mí y ese jersey tan bonito que siempre veo en el escaparate.
Elijo cabrearme cuando oigo un villancico, y elijo poner por primera vez un adorno navideño en mi casa.
Elijo ser coherente y reclamo mi derecho para ser incongruente.
Elijo ser así.
Aquí.
Elijo de quién alejarme, y elijo quién se aleja de mí.
Elijo ponerme mala al comer por impulsos y elijo dejar de comer aquello que me encanta, pero me sienta mal.
Elijo a quién querer y a quién dejar que me quiera.
Elijo dormirme escuchando la lluvia caer en mi ventana, mientras le abrazo.
Elijo despertarme despeinada y malhumorada, y elijo que se me pase en cuanto pongo un pie en el suelo. O por la tarde.
Elijo estar cuando quiera, con quien quiera.
Elijo quién está.
Elijo ser.
Elijo sonreír al conductor del autobús.
Elijo llorar por la tontería más grande del mundo, y llorar por el problema más grande para mí. Llorar. Limpiar. Sanar.
Elijo que todo sea una tontería. Y nada sea un problema grande.
Elijo reírme con el vídeo más chorra de Internet y elijo molestarme con la foto más chorra del Whatsapp.
Elijo molestarme con indirectas.
Elijo no juzgar directas. Ni indirectas.
Porque entre tener la razón y ser feliz, elijo ser feliz.