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Mi experiencia con la cándida albicans

Hace mucho tiempo que no actualizo el blog y hoy tengo ganas de hacerlo. No con una entrada bonita como las que me gusta escribir, sino contando una experiencia que estoy viviendo actualmente, ya con menos intensidad, pero que me gustaría explicar por si alguien puede verse identificado y puede encontrar algo de luz. Esta es mi experiencia con la cándida albicans intestinal.

candida albicans

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La chica del autobús

chica autobus

Se subió en el 32 y se sentó enfrente de mí. Miraba el móvil con el ceño fruncido, como dudando qué hacer. Al final, decidió realizar una llamada. Su gesto nervioso esperaba una respuesta, pero no apareció nadie al otro lado. Colgó cabreada. Frustrada.

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Inspira(te)

Inspirar.

(Del lat. inspirāre).

1. Atraer el aire exterior a los pulmones.

2. Infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas, designios, impresiones, sensaciones o sentimientos.

Inspira.

Coge aire y suelta lo que te pasa pesa.

Inspira.

Levanta la cabeza, mira arriba. Respira. Sonríe.

Inspira.

Para un momento. Observa. Coge aire. Llena tus pulmones de luz.

Inspira.

Cambia tu mirada. Hazla más alta.

Inspira.

Deja que el aire llegue hasta tu tripa, deja que después salga con toda la tranquilidad que necesitas para respirar.

Inspira(te)

Ten siempre cerca a alguien que te inspire. Que te haga respirar. Que te llene de luz y te calme. Que, sin saber cómo, ni de qué manera, te (re)mueva por dentro como nadie lo había hecho nunca.

Inspira(te)

Disfruta de cada sensación que te regale. Saborea cada inhalación, cada rayo de luz que te aporte. Coge aire. Llénate de paz.

Y sonríe.

 

 

 

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El lobo siempre será el malo si sólo escuchamos a Caperucita

Durante cinco días he compartido aprendizaje con unas personas muy valiosas en el curso «El poder de la pregunta». Una vez más, Marta y Livia descubrían ante mí un mundo nuevo y diferente. Totalmente enriquecedor.

En uno de los ejercicios, Ana intentó abrir uno de mis bloqueos contándome el cuento de Caperucita Roja pero visto desde la perspectiva del lobo. Me movió muchas cosas en las que todavía reflexiono.

Aquí os lo dejo para que vosotros mismos penséis sobre ello.

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Nominada a los Best Blog Awards 2015

Terminaba un lunes, que no había sido un lunes cualquiera, cuando recibo una nominación a los Best Blog Awards 2015 por parte de Eva, que me había sacado una sonrisa en una tarde complicada y que volvía a hacerlo con esa mención. Gracias por contar conmigo ¡Espero estar a la altura!

Os cuento. Esto consiste en explicar 11 cosas sobre uno mismo, responder a las 11 preguntas que te haga la persona que te ha nominado y nominar a otros 11 blogueros a los que les lanzas tus propias preguntas.

¡Comenzamos!
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Motores y frenos

En definitiva, la vida son motores y frenos. Avanzar o parar. Parar, recular, seguir adelante. Lo que tengo y lo que quiero, lo que no quiero y lo que no poseo. Y así caminas.

Lo que tienes y no quieres tener, y aquello que no tienes, pero anhelas. Desechar y obtener. Esto es lo que te mueve. Tus miedos, un agobio inesperado, una noche de darle vueltas a la cabeza, el dolor de estómago, todo eso deseas alejarlo de ti. Más dinero para tus vacaciones, más tiempo para ti, más tiempo para dedicar a algunas personas, que desaparezcan esos molestos vecinos. Lo quieres obtener. Y es tu motor, lo que te hace luchar, lo que te ayuda a continuar.

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Lo que me hace sonreír. El mundo azul.

Es lunes ¿y qué? Te invito a hacer una mirada en positivo todos los lunes para afrontar con ganas la semana. ¡Te espero!

Me gustan los libros que me mueven por dentro. Que me hacen sentir cosquillas en la tripa. Que me hacen pensar. Que me hacen sonreír. Es lo que siento cada vez que leo a Albert Espinosa, al que tuve el honor de conocer hace unos años y cuya presencia me impactó incluso más que los libros que ya había leído.

Fui a una charla que impartía en el congreso Lo que de verdad importa. Llevaba sus tres libros en mi bolso y esperaba nerviosa un rato antes en la puerta sujetándolos con fuerza y deseando que me los firmara. Pero él ya estaba dentro, y yo no lo sabía. Una amable chica con la que había hablado antes por otros temas me vio y se acercó a mí. Le conté que tenía los libros de uno de mis escritores favoritos y que me hacía ilusión que me los pudiera firmar. Ella me llevó a la sala donde estaba Albert Espinosa, y ahí enmudecí. Y eso que su trato conmigo no pudo ser más correcto y divertido. Cercano. Saqué un libro muerta de vergüenza y le dije, bueno, tengo más. Y me dijo ¡Pues firmo todos, claro que sí! No dejaba de sonreír. Ni yo tampoco. Me dijo que le gustaba mucho mi bolígrafo. Nos hicimos una foto en la que salgo con cara de shock y felicidad y nos despedimos. Ha sido una de las personas que más ilusión me ha hecho tener cerca y una de las fotografías con gente conocida que más ilusión me hace tener.

Su charla fue inolvidable. Palabras de las que remueven, como sus libros, de las que te hacen pensar e incluso llorar, una actitud ante la vida plagada de humor ante el dolor.  Palabras valientes y actos consecuentes. Como me gusta que sean las personas.

Ahora, sonrío sabiendo que esta semana Albert Espinosa publica su nuevo libro y que pronto el cartero me traerá buenas noticias. Que podré oler las páginas recién estrenadas de una historia azul que quiero que me remueva. Que volveré a sentir la luz que me traen esos libros escritos con la piel y el corazón.

elmundoazul

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Los grupos de whatsapp

Señor de whatsapp. Tengo una sugerencia petición para su próxima actualización. Le sugiero pido por favor que cree usted la opción de poder aceptar ser admitido en un grupo. Que nadie pueda ser tan osado de meterte en ese grupo horrible con el que sólo ver el título ya quieres salirte. Y salir corriendo, también.

Señor de whatsapp. Es que usted no sabe el rollo que son algunos grupos de whatsapp. Sobre todo esos grupos que se crearon para el cumple de fulano en 2013 y por los que todavía siguen mandando vídeos de caídas en la nieve, de gatos tocando el piano o memes de Julio Iglesias.

Yo es que me he vuelto bastante pasota ya en esto, señor de whatsapp. Si me meten en un grupo para un evento concreto pueden pasar varias cosas:

1.- Que inmediatamente sepa que no voy a participar de tal evento, educadamente salude y me despida y salga del grupo. Y tal vez corriendo.
2.- Que sí que vaya a ir al evento y que decida quedarme en el grupo hasta que se organice, participar, preparar, proponer, e incluso en el mismo día que suceda tal acontecimiento, salir del grupo. Y tal vez corriendo.
3.- Que sí que vaya a ir al evento, me quede en el grupo y que se hable de cualquier cosa menos del evento, educadamente me despediré y diré que si alguien tiene el detalle de informarme por privado cuando se concrete algo le estaré agradecida. Y salir del grupo. Y corriendo, seguramente, también.
4.- Que sí que vaya a ir al evento, me quede en el grupo, lo silencie y archive y nunca más participe en él. Nah. Esto no suele pasar. Si me quedo hablo. Y si no voy a hablar… salgo corriendo. Y también del grupo.

No me da ningún apuro salirme de un grupo de whatsapp, es más, respiro sumamente aliviada cuando lo hago. Es como si me quitara algo que pesa y que tengo muchas ganas de soltar. Fuchis. Ahora, por lo visto, lo que se lleva son los grupos de whatsapp de padres de niños que van a la misma clase. Miedo. Mucho, mucho miedo.

De lo que soy más fan es de las bolas del desierto en los grupos. Y más fan aún de las personas que rompen sus propias bolas. Es decir. Que dicen algo. Nadie les contesta durante un tiempo determinado que podremos considerar bola del desierto, y la misma persona vuelve a hablar de otro tema diferente. Sí, es que me encanta. Que a mí también me las han hecho, claro.

Eso sí. Tengo grupos de whatsapp sin los que no podría vivir. Esos con los que hablo durante todo el día, todos los días de la semana, con personas que tengo lejos, en los que cuento un problema, mando una foto comiéndome un fresquito o lloro de risa diciendo y leyendo las chorradas máximas más divertidas. De hecho, todos los grupos que tengo ahora son en los que quiero estar, porque son estables y me llenan de alegría compartir esos momentos con la gente con la que lo hago. Porque yo lo he decidido.

Pero le pido, señor de whatsapp, que ponga esa opción de aceptar / denegar entrar en un grupo. Que nadie nos imponga pertenecer a ninguno. O, al menos, haga algo para que no salga eso de “fulanito ha abandonado el grupo”. Que luego siempre hablan los que se quedan…